A raíz del resultado, la directiva chilena del Remo se dio a la tarea de analizar las causas de tan bochornosa presentación y llegó a la siguiente conclusión: En el equipo japonés había un jefe y diez remeros, mientras que en el equipo chileno había un remero y diez jefes.
Al año siguiente se repitió el torneo. Ambos equipos largaron y los japoneses nuevamente tomaron la punta y llegaron primeros a la meta, dos horas antes que los remeros chilenos.
La directiva chilena del Remo, luego de analizar nuevamente la situación, llegó a la siguiente conclusión: El equipo japonés mantenía su estructura, es decir, un jefe y diez remeros. El equipo chileno, después de las medidas tomadas, estaba compuesto por un Gerente General, dos asesores, siete jefes de área y un remero. La directiva llegó a la conclusión que el remero era incompetente.
El 2000 se repitió nuevamente la competencia. El equipo chileno ahora estaba dotado de alta tecnología pero, nuevamente, llegó después que el equipo japonés; los chilenos arribaron cuatro horas más tarde.
Una vez más la directiva analizó la situación y concluyó: el "team" japonés mantuvo su composición, un jefe y diez remeros. El equipo chileno, tras la planificación estratégica y el asesoramiento de un especialistas, había optado por una solución más vanguardista: El nuevo equipo lo conformaba un jefe de división, tres jefes de área, dos encargados de planificación y cuatro vigilantes privados que no le quitaban los ojos de encima al único remero, a quien, además, se le había castigado quitándole todos los bonos e incentivos por los resultados anteriores.
Posteriormente, tras largas deliberaciones se acordó que para este año, el remero sería de una empresa de outsourcing, esto porque se observó en él cierto relajo, sobre todo al momento crucial de llegar a la meta.